sábado, 6 de octubre de 2018

¡Un año de oscuridad!


Por Marisol Bowen
Hace ya un año un hombre justo era perseguido de manera infame por haber cometido el único “delito” que le ha sido comprobado hasta la fecha, ¡haber denunciado al presidente!
Hace ya un año a ese hombre, ese mismo presidente le arrebató las delegaciones con las que cambió la Matriz productiva del país y levantó a las provincias afectadas por el terremoto del 2016, negándole continuar el proceso de reconstrucción de Manabí y quedando esta provincia a la deriva en nombre de la venganza.

Hace ya un año que ese hombre había decidido no darse por vencido, sin seguridad y a bordo de su camioneta, recorrió el país llevando la verdad como bandera, esa verdad que era coartada por los medios de comunicación tarifados, la que portaba en su garganta, la que cargaba en sus manos. Esta fue la razón voraz de lo que vendría después, porque ese hombre poco a poco fue levantando al pueblo y fue seguido por multitudes, entonces ya dejaba de ser un Vicepresidente perseguido por no comulgar con la deslealtad y la traición, se convertía entonces en una extraordinaria amenaza, ¡podría ser presidente!
Desde entonces, la patria no imaginaba que empezaba a vivir ¡un año de oscuridad! Que ese hombre decidió enfrentar a la justicia, un 2 de octubre de 2017, sin imaginar que la justicia tocaría fondo, que sería amordazada, vejada, mancillada y violada, ¡que le arrancarían los ojos!
Desde entonces todos los preceptos legales, sus derechos constitucionales y la lógica misma, fueron conculcados. Fue apresado sin necesidad ni sustento legal que sostuviera tal acción, para luego ser condenado sin pruebas y con un Código penal derogado a seis años de prisión, bajo una inventada “Asociación ilícita” porque eso hizo la justicia manejada por los hilos de la infamia, tuvieron que asociarlo a cualquier cosa a falta de evidencias. Todo en mitad del descaro más inverosímil e ilegal de la historia, un 14 de diciembre de 2017, mientras su pueblo se amotinaba entre gritos de justicia, lágrimas de impotencia y se enfrentaba a la brutal represión policial a las afueras del recinto donde la justicia yacía secuestrada, la Corte Nacional de Justicia.
Desde entonces, con ignominioso pulso, con abyecto descaro y el execrable accionar de los hombres ciegos por la avaricia y el poder -para colmo ajenos- los jueces le negaron una a una las instancias de justicia y los recursos legales a los que recurre un hombre cuando se sabe honesto, no era posible, alguien necesitaba la Vicepresidencia y la tendría a cualquier precio. Es así que los esbirros del diablo, muchos de ellos hoy mal pagados por el diablo a quien sirvieron, olvidaron las normas jurídicas, la ética profesional, la independencia de funciones, ¡la decencia! Y fue así, por el precio de un hombre encarcelado y otro luchando en la distancia, que Ecuador tuvo el primer preso político del gobierno morenista, y el Estado de derecho ¡pasó a la historia!
Encarcelado y enarbolado como una bandera contra la corrupción, una bandera de carne y hueso, de sangre justa y corazón de acero; magreada a conveniencia por los ruines, los Caínes, los Judas, los Herodes. Todo bajo el ojo pendenciero de un traidor ¡que no merece el honor de ser llamado hombre!
Hoy, que ya ha transcurrido un año de oscuridad, la puerta de la cárcel 4 se convirtió en la testigo silenciosa de sus centinelas, sus guardianes, ¡de su pueblo! Los que empuñan la Bandera de la Patria porque lleva escrito el nombre de los hombres justos, de los invencibles, ¡porque lleva su nombre!
Hoy, que ya ha transcurrido un año de oscuridad, no han logrado encarcelar su lucha ni doblar su frente, no han conseguido amilanar su alma. Dios mismo en su piedad lo mira, como miró a su hijo sacrificar su vida, porque no hay sobre la faz de la tierra valor más grande, ¡que el sacrificio de un hombre por liberar su pueblo! Porque hace falta eso, bien lo sabe la historia, romperse las manos para abrir la tierra, caminar sangrando para hacer caminos; para sublevar el alma de los oprimidos, porque el verdadero líder es el que creen caído, el que pone el cuerpo para aguantar el golpe, el que pone el pecho al primer estallido, de los fusiles crueles de las injusticias, ¡de la bala efímera de los enemigos!
Si es así, que valga la lucha perpetua, los brazos alzados, el miedo vencido, para seguir al hombre que no se ha rendido. Al que resiste firme como los soldados que aman a la patria como los buenos hijos; para levantar la fuerza, para contrariar al río, para enmendar con furia el error cometido. Si es así que valgan todos los sacrificios, ¡para tener de ejemplo un ejemplo vivo! ¡Y se levante el hombre para liberar al hombre que ya dio bastante! Para despertar al pueblo, para salvar la Patria, ¡esa Patria madre que aún no hemos perdido!
Esta pluma mía jamás tendrá miedo de escupir con tinta en la cara misma del mayor infame, el que mantiene preso al que le dio batalla, el que oprime al pueblo, el que persigue al justo ¡porque así pelean los que son canallas!
Por el llanto inocente de sus hijos, por el beso guardado de su esposa, por la lagrima infinita de su madre y sus manos temblorosas que en oración piden, ¡que Dios lo perdone!
Por ellos, por el pueblo, por la patria, por el Jorge aquel, nuestro Vicepresidente, nuestro compañero, ¡por el Jorge aquel que sigue siendo nuestro! No desmayaremos hasta verlo libre, y si acaso la muerte sea nuestro precio, gritará Allí Primera desde el firmamento: ¡Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos!

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