Opinión
Marisol Bowen
Por mucho que se vista de “diálogo” la acción, está claro por historia, que pretender conciliar y gobernar con la derecha es como pretender llegar al cielo a través del diablo.
Marisol Bowen
Por mucho que se vista de “diálogo” la acción, está claro por historia, que pretender conciliar y gobernar con la derecha es como pretender llegar al cielo a través del diablo.
Es por ello, que cuando hablamos de un político con tamaña
escuela, como la que tuvo el actual Mandatario junto a Rafael Correa, y que por
sus años ha vivido gran parte de los gobiernos fascistas de la derecha -con
cuyos protagonistas hoy dialoga-, mal hacemos en pensar que el propósito es
tener a todos contentos para que lo dejen gobernar. Ni estamos ante una
inverosímil política de paz y amor, donde se involucra a quienes no conocen el
sentido etimológico de esas palabras. En ese contexto, giramos a velocidad
hacia la derecha y es humanamente imposible el beneficio de la duda.

No hay discusión, no vale la pena el diálogo desde ningún ángulo
con quienes entre malos y muy malos, representan el ayer oscuro de la patria;
ni en el mejor de los casos podrían aportar un rayo de luz siquiera, cuando
priman sus vergonzosos prontuarios y sus bajas intenciones.
Entre los invitados especiales del famoso "diálogo",
tenemos a Paco Moncayo. Enemigo acérrimo de Rafael Correa y la Revolución
Ciudadana. Conocido militar golpista y la personificación de Judas; quien fuera
designado jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, por el entonces
presidente Abdalá Bucaram. Sin embargo, el 6 de febrero de 1997, fue parte de
los que lideraron la turba que derrocó al mismo Bucaram.
Bucaram, perdido pero esperanzado, le brindó una nueva cuota de
confianza a Moncayo, llegando a un acuerdo: que la entonces vicepresidenta
Rosalía Arteaga ocupara la presidencia - lo que constitucionalmente debía ser -
pero dicho acuerdo se hizo humo y el poder quedó - como de costumbre -
repartido entre el Partido Social Cristiano, Izquierda Democrática, MPD,
Democracia Popular, y FRA, quienes se comieron a la vicepresidenta Rosalía
Arteaga con salsa de tomate y nombraron “presidente interino“ a Fabián Alarcón,
presidente del entonces nefasto Congreso Nacional.
Hablando de Bucaram, también está invitado a la fiesta del
"diálogo", su hijo, Dalo Bucaram. Quien, en nombre de su campaña
política, se cansó de calumniar al vicepresidente Jorge Glas, que hoy a fuerza
de justicia, sigue demostrando su inocencia y recogiendo con algodón su honra
que fue regada por este individuo, ¡como un vaso con agua en el piso!
No tan lejos está la también invitada al “diálogo”, Cinthya Viteri,
quien en sus propuestas de campaña aseguró que todos los candidatos del PSC que
lleguen a la Asamblea, firmarían un pedido de juicio político en contra del
actual vicepresidente de la República, Jorge Glas. Lo que nos deja claro - con
un poco de memoria - que el inminente juicio político al vicepresidente, no es
circunstancial. Dejando a la intemperie las verdaderas intenciones de su
partido político, ya que indicó también que “la corrupción en el sector
petrolero conduce a Glas y Glas a Correa…”. Y no nos cabe la menor duda, Glas
es solo el camino para llegar al objetivo: Rafael Correa. Ahí el hilo y el
ovillo.
Finalmente, Viteri no ganó, pero su propósito se consuma. Nebot
conocido político del Partido Social Cristiano y Rodas del partido CREO - SUMA,
enemigos públicos de Rafael Correa y la Revolución Ciudadana, también acudieron
al llamado “conciliador” del actual mandatario. Hoy, lejos de corresponder a
tal romance, junto a otros políticos opositores, formalizaron el pedido del
Juicio Político contra el vicepresidente Jorge Glas; sin tener pruebas
contundentes en su contra. Aduciendo como causal la "concusión", una
figura legal establecida en la constitución, de haber "permitido" los
actos de corrupción en los casos Petroecuador y Alecksey Mosquera. Investigaciones
que vienen realizando la Fiscalía y donde no se han encontrado pruebas que lo
incriminen.
Todo acompañado hasta la fecha, del silencio del que fue su
compañero de fórmula, quien, al contrario -hoy que peligra la justicia para el vicepresidente
elegido democráticamente-, les facilita a sus enemigos con el “diálogo” la
escabrosa ruta del más ruin propósito. Dejando como resultado, el perdón a todo
el daño causado a la honra ajena, ¡en nombre de un amor sin causa!
No cabe duda, lo he escrito infinidad de veces; la cabeza de
Jorge Glas es el camino a Rafael Correa, no a Lenín Moreno.
¿Por qué buscar destruir a Rafael Correa, un hombre que en la
práctica ya no se encuentra en la vida política ecuatoriana? La respuesta es
simple, porque sin diálogos infructuosos como peligrosos, le quitó el
privilegio a los Social Cristianos que gobernaban incluso a bala; porque fue
quien llegó a liberar una patria, que era la hacienda de los zares intocables
de la política, “la crème de la crème” de la alta sociedad. Porque sigue vivo,
sigue invicto y sigue siendo el líder político más fuerte del país. Razones de
sobra para crucificar la temible presencia de una mano justa como implacable,
cuyo retorno evitarán a cualquier precio, y que según pinta el panorama, sería
más temprano que tarde.
Dice un viejo adagio, “la razón no exige fuerza”, y como ante lo
evidente no hay suposición que valga; estamos frente a una larga fila de
conocidos políticos opositores, instigadores y calumniadores que hoy disfrutan
de un “diálogo” inmerecido, incluso de cargos públicos, y se limpian la boca
con servilletas de seda, la crema de un pastel ¡llamado Ecuador!
Pero en medio de todos los diálogos están los olvidados, el
pueblo revolucionario; los que antes sabíamos de qué lado estar porque solo había
dos orillas, los revolucionarios y los opositores. Esos mismos que hoy estamos
divididos entre confundidos, esperanzados, Correistas, Morenistas y opositores
contentos; en definitiva, ¡más perdidos que párroco en un burdel! Girando en
espiral en una vorágine de preguntas e interpretaciones sobre un gobierno que
se supone revolucionario, - y que, dicho sea de paso, fue por lo que votamos -,
cuyas acciones, contrarias a cualquier corriente revolucionaria, muchos no
alcanzan a entender.
Un pueblo que no ha sido llamado al diálogo profundo y romántico
de todos contra todos, porque saben que jamás aceptaremos un diálogo bajo esas
circunstancias; donde debemos abrazar al enemigo, perder nuestras batallas
ganadas y en el romance más burdo de la historia, ¡olvidarlo todo! Algo que
haría involucionar nuestras luchas y que denota ¡más complicidad que paz! En
ese contexto, ¡no estamos dispuestos a doblar las rodillas! Eso en la política,
la práctica y la ideología revolucionaria, ¡es simplemente inadmisible! Bien lo
dejó escrito el Che Guevara “Solo los que viven de rodillas, ven a sus enemigos
como gigantes”.
De ahí que encantar al pueblo con cantos de sirenas a modo de
gentil placebo, sea más fácil. Porque durante 10 años ese pueblo fue guiado por
un gran líder que le devolvió la justicia social y la dignidad. Logrando
convertirlo de forajidos tumbando presidentes a guerreros revolucionarios de
una patria altiva y soberana. ¡El pueblo valiente del 30S!, ¡quienes a prueba
de fuego cuidamos su legado, la década ganada! y sus espaldas!; porque tenemos la convicción
necesaria ¡para dar batalla! Como lo escribió Mahatma Gandhi, "un hombre
es el soldado más fuerte, cuando se atreve a morir sin armas"
Un pueblo solo comparable con un mar en calma, mojando apenas
los pies de la gratitud; razón por la que subestimarlo resulte absurdamente
confiable. Más si se está prevalecido del “poder” político de las malas juntas,
y esa placida cortina del absurdo diálogo que nos va fracturando la paciencia,
y que finalmente, no le ha dejado advertir ¡el peligro de las aguas mansas!
Marisol Bowen