miércoles, 7 de junio de 2017

La profesión más extraña del mundo

Por Marisol Bowen
Escritora y cantautora 

Existe una profesión a la que no todos tienen acceso, porque no hace falta estudiar para alcanzarla, ni ser el mejor para triunfar; esa profesión no se aprende, solo se perfecciona, porque con esta profesión ¡se nace!

Esa profesión casi nunca deja herencias materiales, porque casi siempre se muere con ella como se empezó, ¡con nada! Pero a cambio deja la herencia más sublime, la que no tiene precio, por la que no se pelea nadie, la que no se hurta, ¡la que queda en la sangre!

Fotografía tomada de canal de youtube: LCMDDM
Con esa profesión no hay seguro social, no hay prestaciones, garantías, beneficios, ni la simple canasta en navidad; pero con esa profesión se lleva el pan a la mesa cada día.

Esa profesión no tiene horario de trabajo, no hay fines de semanas libres, el fin de año, la navidad, el cumpleaños de los hijos y el día de la madre se trabaja, no hay feriados y cualquier día de la semana es sábado. La empresa de esa profesión tiene puerta de entrada, pero no de salida, ¡ni de emergencia!

En esa profesión el jefe es la batalla, la energía, la fuerza, la resistencia, la entrega, el sacrificio, la disciplina y la fe. En esa profesión el jefe es el mismo ser humano que se refleja cada día en el espejo.

En esa profesión el peor enemigo es solamente otro con la misma profesión, cuando aún no ha entendido el valor que posee.

Esa profesión es la menos valorada, es agredida, es humillada, es devaluada, es denigrada, es robada, es subestimada y es burlada. Sin embargo, quienes la poseen la llevan con orgullo ¡como a la Bandera!

Esa profesión no tiene banderas políticas; sin embargo, es estigmatizada y a pesar de su libertad, no es libre.

Con esa profesión un día se come carne y al otro día solo pan, pero se come contento.
Con esa profesión no se tiene investiduras, ni cargos rimbombantes, pero quien la posee ¡representa a su Patria!

En esa profesión no hay certificado médico que justifique el cuerpo enfermo o el alma triste, en ella se cumple la palabra como un contrato y se ríe, aunque se quiera llorar.

En esa profesión se paga la factura de la soledad, porque para muchos que la miran es una profesión que no valió la pena.

En esa profesión incomprendida, se muere un día sin haber guardado nada, porque no hubo nada que guardar, se muere con dos o tres amigos cantando en un rincón acompañando el ataúd.

En esa profesión se muere tantas veces sin una flor siquiera, sin una lagrima sincera, sin nadie que regrese mañana a recoger alguna flor marchita pateada por el viento. Pero el nombre de quien la tuvo, señores, ¡se escribió en la historia para siempre!

Esa profesión es... ¡Artista!

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