Toda la inconcebible persecución contra Rafael Correa se ha
incrementado por el peligro inminente que representa, junto al nuevo movimiento
político que busca recuperar la patria. Razones de sobra para disparar por
todos los flancos con el vil objetivo de evitar una Asamblea Constituyente que,
con la más feroz justicia popular, se avecina para liberarnos del error
cometido en democracia.

El entramado de la injusticia sin parangones en la historia
de la patria, ejecutado inmisericorde y descarado por el actual régimen, ha
pretendido vincular al Expresidente Rafael Correa en cuanto delito han
concebido sus mamotréticas cabezas. Desde actos de corrupción que han quedado
sin piso, hasta la descabellada acusación sin pruebas del “secuestro” sin
secuestro de Fernando Balda. Un individuo que jamás fue secuestrado. Sin
embargo, con un manotazo insolente como absurdo, la Fiscalía pretende vincular
penalmente a este caso al Expresidente Rafael Correa, mancillando la lógica del
cometimiento como principio jurídico, hasta la barbarie de pretender castigar
un delito no nacido.
Persecución por donde lo miren, sin embargo ¡aún les cuesta
llamar a las cosas por su nombre!
Para analizar mejor el abominable escenario en el que se
fragua la infame patraña, es necesario entender que Fernando Balda, ex
asambleísta alterno de Sociedad Patriótica, con un prontuario vergonzoso
cargado de múltiples acusaciones, denuncias y juicios, -que hablan de quien
realmente es-, hizo acusaciones que no pudo probar contra el gobierno de Rafael
Correa, por lo que fue procesado y sentenciado por el delito de atentado contra
la seguridad interna del estado, de acuerdo al artículo 148 del Código Penal.
En la fecha del supuesto secuestro, agosto de 2012, Balda se encontraba en
Colombia, indocumentado y en calidad de prófugo de la justicia, es aquí donde
“supuestamente” intentan secuestrarlo, -porque finalmente jamás lo
secuestraron-, no obstante, dos meses después, en octubre del mismo año, Balda
es deportado por el gobierno de Colombia y entregado las autoridades
ecuatorianas para que cumpla su sentencia.
Bajo el poder de la lógica, no resiste el más mínimo análisis
entender a quien le convenía el drama de un secuestro, de ser el caso y en
cualquiera de los casos, Balda tenía razones de sobra para buscar victimizarse
y pasar de ser un prófugo de la justicia, -que era lo que realmente era-, a ser
un "perseguido político". En todo caso, la acusación es directa para
el Expresidente Rafael Correa, a quien pretenden judicializar por un tema
totalmente desapegado a sus entonces funciones como primer mandatario.
Es necesario acotar que si Balda consigue el objetivo contra
Correa, el siguiente paso es un juicio al estado ecuatoriano con el que no
solamente destruye a un líder revolucionario, con la infamia del contubernio,
sino que sale millonario con la indemnización. Dos pájaros de un tiro que bien
podría llamarse "acuerdo".
Es así que Balda presenta una denuncia sin pies ni cabeza
contra Rafael Correa -por el supuesto secuestro que no fue- la Fiscalía pide
que Correa sea involucrado en el proceso penal, la jueza de Garantías Penales,
Daniela Camacho, pide a la Asamblea Nacional la autorización para el
“enjuiciamiento penal” del exmandatario y la Asamblea emitió un comunicado
señalando que Rafael Correa ya no ejerce funciones como presidente desde mayo
del 2017 y “no aplica” autorizar o no el enjuiciamiento penal, quedando a la
espera del pedido de la Corte Nacional de Justicia. Mecanismos
"legales" con lo que pretenden llevar a Correa al terreno de un
crimen de estado.
Pero si de crímenes de estado hablamos, Jorge Glas, un
Vicepresidente preso sin pruebas en nombre de la más inmunda y visceral
política oportunista, los soldados caídos en una guerra ajena por la
negligencia de un gobernante incapaz, los tres ciudadanos secuestrados y
asesinados en esa misma guerra, mientras el sufrimiento de sus familiares y la
zozobra ciudadana les servía de marketing político con la complicidad de los
medios de comunicación y la historia oculta de los esposos Oscar y Katty,
secuestrados y silenciados más que por sus captores, por los medios alcahuetes
del actual régimen por no servir de publicidad, de cuyas vidas se desconoce
absolutamente todo. Asesinados, secuestrados y desaparecidos, al mismo estilo
criminal del Febrescorderismo, eso señores, ¡esos son verdaderos crímenes de
estado!
En medio de lo que sí puede ser catalogado como crímenes de
estado e imputados incluso como tal, existen otros crímenes cometidos por un
presidente que le ha entregado la patria a pedazos a los poderes fácticos, a
los políticos corruptos, a los cadáveres insepultos de las páginas negras de la
historia. Un presidente que ha faltado a su plan de gobierno haciendo uso -en
su lugar- de la más burda demagogia, que buscó, con una consulta popular
inconstitucional, la más vil forma de conseguir destruir el Consejo de
Participación Ciudadana, imponiéndonos a dedo un político nefasto, casi
jurásico y desaforado. Un presidente que permitió la aberrante destrucción del
Consejo de la Judicatura, persiguiendo a su presidente, Gustavo Jalkh, y
poniendo en gravísimo riesgo a la justicia; un presidente que tiene ilegalmente
en funciones al Contralor General del Estado, el aberrante símil de sus
acciones; un presidente que nos ha graduado en la vergüenza ajena, que por
meter sus narices en los asuntos internos de un país hermano como Venezuela es
llamado "ignorante" por dicho soberano Gobierno. Un presidente con un
ministro de Economía que cede a las pretensiones de un gobierno falaz que
apunta a convertirse en el próximo tristemente célebre "súper ministro"
Guillermo Lasso, llevando al país a iguales peligrosas consecuencias. Eso que
rompe el estado de derecho y vulnera a la patria misma. Eso, -aunque no la
tenga-, ¡son crímenes de conciencia!
Estamos ante el abominable “Lawfare” en su lado más oscuro,
un antecedente vergonzoso y sin precedentes, con objetivos claros de persecución
y conspiración con los que han buscado acorralar sin éxito a Rafael Correa,
apuntando esta vez sus misiles a un proceso penal que busca involucrarlo sin
pruebas en un delito gravísimo con el que conseguirían una orden de captura
internacional para extraditarlo a Ecuador y apresarlo. Sí, tal cual hicieron
con el vicepresidente Jorge Glas.
Estamos ante una dictadura disfrazada. La imputación contra
Rafael Correa es un claro objetivo político que amenaza violar a la justicia
una vez más sin nadie que la defienda, con el riesgo irresponsable de desatar
la ira popular porque el pueblo jamás se hace a un lado ¡para que el diablo
pague los favores a su servidumbre!
La memoria es el triunfo de los hombres libres, ¡el olvido
es la derrota de los esclavos!
Ni perdón ni olvido señores, ¡rebeldes mil veces a ser
esclavos!
Han desmembrado el país y han venido por el hombre que dejó
la piel en la batalla, el que nos devolvió la justicia social, ¡el hombre que
cambió la historia!
Esto ya no es cuestión de tiempo, el tiempo es un crimen
cuando la patria agoniza; esto es cuestión de pueblo, esto es cuestión de
valor, ¡esto ya es cuestión de patria!
¡No se metan con Correa!
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