Por Marisol Bowen
Hay cosas
que se olvidan a fuerza de tiempo o porque nos viene en gana. Cuando esto
ocurre, es menester refrescarnos la memoria, para que el monstruo inaudito de
la ingratitud ¡no nos devore el alma!
Cuando
Ecuador sufrió el terrible terremoto del 16 de abril, en mitad del desastre, de
la Patria en estado de excepción, varias provincias destruidas, escombros,
sobrevivientes, desaparecidos, dolor, llanto y 668 víctimas mortales. Nuestra
Patria mal herida pedía auxilio en el silencio de su desgracia. Fue entonces
que el primer país hermano nos escuchó y las palabras de su Presidente fueron
“Dispongo activar de manera incondicional la solidaridad con el pueblo y el
gobierno de la República del Ecuador”, y así fue.
Un día
después del siniestro, el 17 de abril, envió el primer avión con ayuda
humanitaria para Ecuador. Un avión con una veintena de rescatistas a bordo, el
grupo humanitario “Simón Bolívar” conformado por especialistas en rescate y
emergencias médicas para socorrer a las víctimas; así como médicos,
paramédicos, operadores con drones para la búsqueda de sobrevivientes, 10
bomberos especializados, doce especialistas en estructuras colapsadas,
alimentos y medicinas.
El 18 de
abril, dos días después, envió el segundo avión a Ecuador en el que llegaron:
más rescatistas del grupo humanitario “Simón Bolívar”, elementos de las Fuerzas
Armadas de ese país hermano, bomberos especializados, cámaras de última
tecnología para la búsqueda de víctimas entre los escombros, equipo pesado para
rescate, cámaras térmicas y plantas eléctricas.
Ese mismo
día, el 18 de abril, ese mismo gobierno envío un tercer avión con ayuda
humanitaria para Ecuador con agua, alimentos, plantas eléctricas y un nuevo
grupo humanitario de 70 personas entre médicos, paramédicos y rescatistas.
Sumando un total de 130 rescatistas y perros adiestrados para recate, hasta ese
momento.
El 20 de
abril, cuatro días después, aquel gobierno hermano, envió un cuarto avión con
ayuda humanitaria para Ecuador. Un avión con un equipo conformado por
rescatistas, socorristas, médicos, enfermeros, paramédicos, soldados de la
Fuerza Armada Nacional de ese país especializados en búsqueda y rescate,
unidades motorizadas para ayuda inmediata en zonas complejas, plantas
eléctricas, agua y alimentos.
El 23 de
abril, siete días después, tras una semana completa de apoyo incondicional; ese
mismo gobierno hermano envió un quinto avión con un nuevo contingente de ayuda
humanitaria a Ecuador. En este avión llegaron 10 médicos especialistas en
emergencias avanzadas, 59 paramédicos y especialistas ATD.
El
elemento humano enviado por ese hermano país, con su apoyo irrestricto de
Patria grande, pudo rescatar el 90% del material en un hospital derrumbado, con
el que construyeron un centro de salud improvisado para atender a las víctimas
¡y donde pudo nacer un niño! Trayendo consigo el mensaje de la vida ante un
desastre que nos marcó la historia.
Ese primer
mandatario que nos tendió su mano inclaudicable, que nos demostró que la
hermandad es más que una palabra salida de la retórica política. Aquel que fue
el primero en enviar su contingente humanitario, el que nos envió cinco aviones
cargados de esperanza y al que le debemos tantas de las vidas que se rescataron
en el desastre, es el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela,
Nicolás Maduro.
En ese
contexto y con ese preámbulo tan extenso como cierto, le dedico este artículo
virtual a lo inverosímil, a lo desgarradoramente insensato, a lo inhumano, a la
memoria del injusto y al monstruo terrible de la ingratitud. Lo intenté ¡lo
juro!, buscarle un nombre preciso a lo que algunos pretenden hoy, pero no pude
sino encontrar palabras !que hasta mi pluma repudió!
Hoy que la
herida ya no sangra, que retomamos las fuerzas, que nos levantamos y nos
secamos las lágrimas; hoy que el terremoto no es más que un día gris en la
memoria, y que los que olvidaron lo que el primer mandatario venezolano hizo
por nosotros, hacen gala de la más descomunal miseria humana, invitando a
rechazar la presencia de ese mismo Presidente a la posesión de Lenín Moreno,
¡se me retuerce el alma de vergüenza ajena!
Nicolás
Maduro, no es más que uno de tantos presidentes hermanos que estará presente en
la posesión del Presidente de la República del Ecuador, con una clara
diferencia, él libra actualmente una batalla campal contra los golpistas y
depredadores de los Gobiernos Revolucionarios Progresistas. Una batalla que se
fue cociendo de a poco en la olla miserable de la oposición fascista más
espeluznante, quienes a punta de banderas de sangre insisten en su fallido
golpe de Estado. Lo que ha desencadenado en protestas lideradas por los mismos
de siempre; esos a los que les arrebató el poder el Comandante Chávez.
Protestas denominadas como “Guarimbas”. Tras un proceso de presión mediática,
política y social, que a punta de insistencia ha vencido la verticalidad y
fortaleza de algunos corazones y espíritus revolucionarios. Presión que ha
logrado en gran medida su objetivo ¡cegar y dividir!
No
conforme con esa batalla que libra cada día la hermana Venezuela, es
inconcebible que haya quienes pretendan protestar en el aeropuerto de Quito y
rechazar la presencia del presidente Nicolás Maduro. Actitud plena de cobardía
e ingratitud; una contundente falta de respeto a la soberanía y el derecho de
un Mandatario que llega representando a un pueblo hermano.
Tal
decisión, no es más que la injusta intromisión en los asuntos internos de un
país libre y soberano; la suma incomprendida de hermanos contra hermanos, la
invitación descabellada a la guerra en cualquier proporción ¡pero guerra!,
violando la Constitución de la República en su artículo 5 que establece que !El
Ecuador es un país de paz!.
¿Que el
Municipio de Quito no le entregará las llaves de la ciudad?, no podemos esperar
menos de un alcalde cuestionado. Enhorabuena, en esta Patria Grande sin puertas
ni fronteras ¡ya no necesitamos llaves!
Por falta
de memoria es que existen los ingratos. Ya bastante tiene esa patria hermana
con una oposición fascista incontrolable, como para que también nosotros disfrazados
de “solidarios”, hagamos el papel de malos vecinos, ¡ante la incapacidad de ser
buenos hermanos!
Como si
con eso fueran a desparecer a Leopoldo López, que desde su guarida con rejas
sigue causando destrozos, como si con eso fueran a revivir a los 43 muertos que
dejaron las guarimbas del 2015 comandadas por él. Como si con eso fueran a
detener la guerra especulativa y el acaparamiento de la comida creados por el
millonario empresario Lorenzo Mendoza. Como si con eso fueran a detener a
Lilian Tintori, sus mentiras, sus giras instigadoras y su lucha por la libertad
de su marido asesino. Como si con eso fueran a detener el ataque golpista
perpetuo de Capriles, Ramos Allup, Julio Borges, María Corina Machado y toda su
gavilla, quienes actualmente lideran las guarimbas desestabilizadoras en la
hermana Venezuela; revueltas que ya llevan 46 muertos. Como si con eso fueran a
evitar que Estados Unidos siga financiando y fraguando ¡esa guerra fratricida!
¿Quieren
rechazar la presencia del presidente Nicolás Maduro, a pesar de haber recordado
lo que ya habían olvidado?
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